Hoy, 7 de febrero de 2.010, pongo inició aquí, a un nuevo blog, dedicado a la cocina, en un sentido muy amplio. Porque esta es, probablemente, después de viajar, la pasión que más me llena. No pretendo mostrarme experta ni entendida en nada, sino ofrecer visiones, comentarios, formas de hacer las cosas o recetas, completamente personales (aunque experimentadas y con fundamento). Como siempre, si a alguien le sirven, lo celebro. Y al que discrepe o quiera añadir algo más, ahí tiene los comentarios, para aportar o debatir. Habrá fotos, pero poco a poco.

lunes, 15 de marzo de 2010

El Tabuleh (ensalada libanesa o árabe) y el Fattoosh

La palabra Tabuleh, viene de la raíz del verbo árabe, tabbal, que significa aliñar o sazonar. Esta aromática ensalada, que se sirve fría, parece ser de origen sirio, aunque hoy en día, los verdaderos maestros, en la elaboración de este riquísimo plato, son los libaneses. Y digo parece, porque otras versiones, hablan del propio Líbano, como lugar de procedencia de la receta.

El fattoosh, es una ensalada también fría, que comparte muchos de los ingredientes del tabuleh. Es realmente delicioso (quizás, resulte ser nuestro mezze favorito)

Ambos platos, no en todas las regiones de Siria o Líbano, se hacen de la misma manera. Hay en lugares, que el tabuleh, es una ensalada, casi completamente verde –despreciando el tomate-, mientras en otras, es algo más colorido. Personalmente, yo, soy de esta segunda opinión.

Tabuleh: Se comienza, partiendo en cuadrados de tamaño medio, unos tomates despepitados y pelados, pimiento verde, pepino y cebolleta. Se sazona, se le añade aceite de oliva y una buena cantidad de jugo de limón (aunque esta no es la versión oriental, queda más suave y rico, con el jugo de unas limas). Se puede poner como cama en el fondo de la ensaladera, unas hojas de lechuga tiernas. He visto, que hay quien le añade también pasas, pero yo, no soy demasiado partidaria.

Hasta aquí, casi no dejaría de ser, lo mismo que una ensalada tradicional, sustituyendo el vinagre por el limón. Pero lo que le da al tabuleh, su vistosidad, aromas y gusto, es el añadirle, generosas cantidades de perejil, cilantro y menta o hierbabuena (o incluso ambas, dependiendo del gusto). Al preparado anterior, se le añade trigo bulgur o sémola, previamente cocinados.

El fattoosh, tiene casi los mismos ingredientes. En este caso, la lechuga, va finamente picada y no de fondo, junto al tomate, las cebolletas, el pepino, un ajo, además del perejil, el cilantro la hierbabuena o menta, el aceite de oliva y el jugo de las limas. Pero lo que varía respecto al tabuleh, es que en vez de añadirle trigo o sémola, se incorporan, pequeños trozos de pan libanés (especie de pan de pita, pero mucho más crujiente, al haber sido frito). Si no se dispone de este, se pueden cortar algunas rebanadas del normal y partirlas en daditos, que se fríen en aceite muy caliente y se sacan enseguida.

Otra rica especialidad, de la cocina de la zona –especialmente, en el área de Palmira-, es el mensaf. Se trata de un plato de cordero, arroz y piñones –o almendras-, que lo acompañan, de un enorme cuenco de yogurt y un par de bandejas de encurtidos. El yogur se mezcla con el arroz y el cordero, si se desea, aunque la combinación, resulta algo fuerte. Pero de él, hablamos más extensamente otro día.

martes, 23 de febrero de 2010

Jamonitis aguda, de la cocina española

Me decía no hace mucho, una amiga argentina, que en España abusamos bastante del cerdo. Y luego, como apreciación personal y curiosa, añadió que es por eso, que nuestra orina y el sudor, son de un olor más fuerte, que el de sus compatriotas, más habituados a la ternera. Supongo que ambos fluidos, efectivamente, están muy relacionados con la alimentación. A mi también me pareció, cuando estuvimos en China, que el pis de estos asiáticos, tiene un aroma más intenso y especiado, que el nuestro.

Y, respecto a lo de que abusamos del cerdo, estoy completamente de acuerdo con ella. No me refiero tanto, a comerlo como elemento primario –en filetes, por ejemplo-, sino como aditamento, en primeros y segundos platos. Si el chorizo es un claro ejemplo –en el cocido, con lentejas, con alubias blancas, con papas a la riojana, con huevos fritos-…., lo del jamón, ya resulta escandaloso.

La jamonitis aguda o ajamonamiento, que sufre la cocina española, me parece exagerada y, bajo mi punto de vista, injustificado. Y es que el jamón, como elemento complementario, mata a los sabores particulares, del resto de los ingredientes, dejando que todo sepa solamente, a la idolatrada pata del cerdo. Pero nosotros, erre que erre: Callos con jamón, menestra de verduras con jamón, guisantes con jamón, coles de Bruselas con jamón, alcachofas con jamón, caldo de jamón, croquetas de jamón, huevos fritos con jamón, melón con jamón, trucha rellena de jamón… Y así, podríamos seguir largo rato, hasta aburrir al personal. Solo haría falta, que fabriquen el sorbete de jamón, para cortar, entre plato y plato. Porque imagino, que el helado de jamón, ya estará inventado.

Que decir, de todos los productos precocinados o industriales, con supuesto o presunto –que es jamón, en portugués- sabor a jamón: Realmente, ¿a alguien las papas fritas de bolsa, con sabor a la patita porcina, le saben a tal? Por cierto. Esta industria en España, debería hacérselo mirar, porque fabrican las peores patatas fritas de sabores, de los casi noventa países que conozco

Y aún me entra la risa, cuando veo a esas personas mayores, comiendo el jamón en tacos. Pero ellos, desde su ignorancia, se carcajean más, cuando yo les digo, que hay que degustarlo, en lonchas finas. Bajo mi modesto criterio, el jamón en general, es un producto sobrevalorado, que si no ha triunfado en el exterior –aparte de porque los españoles, somos muy malos vendiendo, lo nuestro por ahí-, es porque sería difícil, la adaptación de este producto, a los paladares asiáticos, norteamericanos, hispanoamericanos e incluso, africanos.

Por supuesto, hablo del jamón serrano en general. Ese que entra en la mayoría de las casas y que unas veces sale húmedo, otras rancio, las más, salado y siempre, de sabor excesivamente fuerte. Otra cosa, claro, es el jamón ibérico –partido en lonchas muy finas, justo antes de comerlo-, ante el cual, hago las reverencias que hagan falta. Pero ese suele ser solo, para los días de fiesta.

Por lo ya dicho, es fácil concluir, diciendo que creo que ha llegado el momento, de “desporcinar” la cocina española, usando más las verduras, como elementos de acompañamiento y los pescados y la ternera, a la hora de rellenar. No solo comeremos más sano y menos calórico, sino que enriqueceremos nuestro paladar, con sabores nuevos y sorprendentes.

Así, a las lentejas, se les puede quitar el chorizo y añadirles hasta siete u ocho clases de verduras. Incluso encurtidos, una vez preparadas y en el plato, como pepinillos o guindillas. ¡Deliciosas!. Los guisantes, se pueden preparar de mil formas, sin necesidad de jamón. Por ejemplo, con langostinos o con setas. Lo mismo pasa con las alcachofas (muy ricas, con almejas). La trucha se puede hacer, al modo argentino, rellenándola de pimientos morrones, zanahorias y cebolla o incluso más original, de queso ahumado y finas hierbas. Las croquetas, de bacalao –para mi, las mejores de todas- o de champiñones y gambas. Y así, hay cientos de recetas, más o menos imaginativas, que no precisan de jamón.

Otro día, hablamos del ajo, también omnipresente, en la cocina patria. Aunque de este, si que soy más partidaria.

viernes, 19 de febrero de 2010

Ceviche de pulpo, calamares, mejillones y gambones

Parece ser, que el origen del ceviche –también es correcto, escribirlo con b-, está en Perú, lugar done nosotros, lo probamos por primera vez.. Si se prepara en casa, no suele haber problemas, pero si se come por ahí, hay que observar muy bien, las condiciones del pescado, porque al estar crudo –solamente cocinado por el jugo de las limas-, puede dar algún disgusto. De hecho, yo tengo un amigo, que se pasó cuatro días agarrado a la taza del water, después de comer ceviche en Perú. ¡Y eso, que fue en una boda!.

Debido a que el plato se ha extendido, entre todos los países de Sudamérica, al norte de Perú, en Centroamérica y México, hay numerosas variantes. Se prepara con pescado de río, de mar, marisco o combinando, varios de los anteriores elementos. Pero hay incluso, quien lo elabora con carnes rojas, setas y hasta con criadillas (testículos de los animales).

Para ir acotando el asunto, vamos a empezar estableciendo, los ingredientes básicos

-Las limas: Se deben usar estas y nunca limones –salvo para periodos cortísimos de maceración-, porque estos, agrían por completo los pescados, hasta hacerlos incomestibles. Las limas, dan un sabor mucho más suave y permiten a los pescados y mariscos, mostrar todas sus esencias.

¿Cuánto tiempo deben macerar, los diversos ingredientes?. Desde mi punto de vista, no hay una regla, dependiendo mucho, del gusto de quien lo va a comer. Hay quien lo deja una hora y quien lo tiene, 24. Yo soy más partidaria, de los tiempos más largos, que de los cortos, pero también, depende del tipo de pescado o marisco. Al caldo que se forma, con la mezcla y reposo de todos los elementos con las limas, se le denomina, “leche de tigre” y se le atribuyen, propiedades reconstituyentes –incluso en materia sexual-.

-El cilantro: No es fácil encontrarlo fresco, en las fruterías españolas, aunque si se pide, lo suelen traer. Es común, verlo en bandejitas plastificadas, pero los problemas mayores son que aquí, sale bastante caro y que se pone feo, enseguida. Mas un ceviche sin cilantro, no es ceviche. Como opción, se puede usar –machacándolas-, en su versión de semillas secas. No sé si se venden en España, dado que nosotros las trajimos de Oriente Medio. Y de todas formas, no es lo mismo.

-La cebolla criolla (la que es de color morado). Esta, si se encuentra fácilmente por aquí y es de precio similar, a la de consumo más habitual. La cebolla morada, no solo es mejor que la normal para el ceviche, sino para todos los guisos –me da igual para un pisto, que para una tortilla de papas- e incluso, es superior a las cebolletas –salvo en verano, cuando estas están muy tiernas-, para la ensalada.

Se pueden añadir otras verduras, al gusto, cortadas en juliana o pequeños pedacitos. Yo utilizo pimientos rojo y verde y a veces, algo de apio (toso en crudo, lógicamente).

-Picantte: Ají, chile, cayena molida… Lo que se tenga más a mano. Aunque la mejor versión que yo he probado, es con chiles mexicanos.

-Y he dejado para el final, los pescados y mariscos, que se deben partir, en pequeños trocitos. Entre los primeros, el bonito, la caballa, el lenguado, el mero, la trucha, el halibut (fletán), el exquisito pejerrey, la corvina –estos dos últimos peces, no lo he visto en España-… Y en cuanto a los mariscos, cefalópodos y crustáceos, la langosta, los mejillones, los camarones, las gambas, el cangrejo, el calamar, el pulpo…

Si hablamos de las guarniciones de este plato, decir que en Perú y otros países de América, se sirve con enormes granos de choclo (maíz), camote (boniato) u hojas de lechuga. Para mi gusto, la mejor forma es la tercera

Dicho todo esto, el ceviche que os propongo, es el de pulpo, mejillones, calamares y gambones. Los tres primeros elementos, hay que cocerlos ligeramente, antes de que maceren, incorporándose los gambones crudos y –lógicamente- pelados. Yo lo dejo macerar, con los ingredientes ya vistos, durante unas cuantas horas, pero hay incluso quien, se lo come a los pocos minutos, de haberlo preparado.

Otro día os hablaré, de otra de mis recetas favoritas, de la cocina peruana: Las patatas a la Huancaina.

domingo, 14 de febrero de 2010

A la lima y al limón

A pesar de llevar ya algún tiempo en nuestros supermercados, la lima sigue siendo, uno de esos cítricos ignorados, para gran parte de la población de nuestro país. El desconocimiento en general, el aspecto menos atractivo que el de los limones y su mayor precio, contribuyen definitivamente a ello.

Lástima, porque el precio es mucho más barato, en los países de origen. Por ejemplo en Perú, es posible comprar 20 limas por un sol (poco más de 20 céntimos). E incluso, en la mayor parte de Sudamérica y Centroamérica, es frecuente recogerlas del suelo, porque los vendedores, cuando se les caen de los puestos, muchas veces, ni se molestan en recogerlas

Pero a pesar de su peor aspecto –más que peor, menos tratado industrialmente- y su menor tamaño, la lima supera al limón, en casi todos los aspectos. Vamos: Que para todo lo que utilizamos limón, normalmente queda mejor, si usamos limas. Y es sorprendente, pero de una minúscula lima, suele salir más jugo, que de un enorme limón. Por otra parte, los limones están sujetos a la variedad y a la estacionalidad. Comprar limones, como sabe cualquiera que va al mercado, es una lotería. Comprar limas, es ir sobre seguro.

En una próxima entrega, os ofreceré la receta del ceviche, una de las especialidades más exquisitas, de la cocina peruana –y por extensión y con variedades, de todo el continente americano-. Pero en esta reflexión, prefiero centrarme en mis tres cócteles favoritos, por este orden: La margarita, el mojito y la caipirinha. Los tres, llevan lima ¿Cómo prepararlos?. Vamos con ello.

Decir, que para quien desee suavizar los dos primeros cócteles, siempre los puede mezclar con helado (normalmente de limón). Pero en este caso, se convierten en sorbetes (de esos que ponen en las bodas antes de la carne y que realmente, deberían ir de postre). Son muy ricos también –sobre todo, para los golosos-, pero en mi caso, me quedo con los cócteles:

Las proporciones son orientativas, pero lo que si recomiendo, en los tres casos, es beberlos con pajita. Especialmente la caipirinha, que de otra forma, puede resultar bastante fuerte.

-Margarita: Lima, tequila y cointreau, a partes iguales. En algunos lugares, existe la costumbre de impregnar el borde del vaso con sal, pero bajo mi punto de vista, no es necesario, ni atractivo. Pero agitar la mezcla en coctelera, si me parece importante. Hay quien en vez de cointreau, incorpora triple seco. No puedo dar mi opinión, puesto que no lo he probado de esta forma. Si vais a Las Vegas, disfrutad por un dólar de este cóctel (en la versión suavizada, porque hay que alegrar al cliente, pero por otra parte, tenerlo lo suficientemente despierto, para que pueda seguir jugando en el casino)

-Mojito: En la actualidad, el cóctel se vende de forma ya elaborada, aunque la botella es cara (ronda los 12 euros, aunque de marca blanca, es sensiblemente menos costosa). En este caso, está rico hasta solo. Aunque la hierbabuena o la menta, el hielo picado y la lima, no están demás. Si se prefiere hacer, más artesanalmente, se necesita ron blanco, azúcar (se puede prescindir de ella), menta o hierbabuena, hielo picado y agua con gas. Básicamente, se trata de machacar las limas, la menta o hierbabuena y el azucar. Después, se añade el hielo picado, el ron y la soda.

-Caipirinha: El ingrediente fundamental es la cachaça, que hoy en día, se encuentra fácilmente en España (si no la hay en tu supermercado, pídesela al encargado, porque la suelen tener referenciada y la tendrás en unos días). La lima, el azúcar y el hielo, completan el cóctel. Las interesantes variantes de la caipirinha, son la caipiroska –con vodka, en vez de cachaça- y la caipirísima –con ron-.

martes, 9 de febrero de 2010

Arroz basmati frtio y al curry, con verduras y marisco

La receta que propongo, no procede de ningún lugar, en concreto. Más bien, es un sencillo compendio de ideas, después de observar las técnicas y degustar las diversas formas que tienen, para cocinar el arroz en Asia


Para empezar, vamos a hablar un poco, de algunos de los más importantes tipos de arroz (hay muchos más, de los que pongo aquí).


El más conocido y consumido en España, es el arroz de grano medio, que se utiliza para la paella o el arroz al horno. Pero desde hace algún tiempo, ya nos resultan familiares, el arroz de grano largo (para ensaladas o guarnición, aunque en nuestro país, apenas se consume de esta última forma) y el vaporizado (que no se pasa, pero absorbe peor los sabores).


Algo menos nos suenan, el arroz de grano redondo (para risottos, debido a su gran cantidad de almidón, que provoca resultados cremosos), el glutinoso, el salvaje o indio, el tailandés o el que hoy nos va a ocupar: El impresionante basmati (cultivado, principalmente, en India y Pakistán).


Aunque muchos no hayan siquiera, oído hablar de él, no es nada difícil, encontrarlo en los supermercados. Incluso, lo hay de gama blanca, tan bueno –al menos, las que he probado-, como el de las marcas tradicionales. El grano es largo y fino, su sabor y olor fragante y exquisito (aun quedan

aromas en la cocina, horas después de haberlo cocinado).


El segundo elemento más importante de este plato, es el curry. Nada de comprar, esos botecitos horrendos (tipo curry power y demás, que venden en los supermercados). Hay que contar, con un curry de calidad. Yo lo he comprado en el Magresb, en Oriente Medio, en Extremo Oriente y en Estados Unidos, pero nunca, en España. Pero supongo, que hoy en día con la globalización, es posible encontrar buen curry en nuestro país. Sobre todo, en las ciudades grandes. ¡Investigad o pedid a alguien, que vaya a ir a estas zonas o a la India, que os lo traiga!. Con 200 gramos y usándolo una o dos veces por semana, tendréis para más de un año (dos personas).


Nos hacen también falta, verduras varias. Son meras acompañantes, así que hay que tratar, que no sean de las más sabrosas, para que no oculten los aromas del arroz y el curry. Por tanto, evitad la coliflor, brócoli, las coles de Bruselas, el puerro… Mejor, por ejemplo, champiñones, pimiento, cebolla y alubias verdes. Hay que picarlas menudas.


Aunque, como siempre, es mejor utilizar verduras frescas, el plato no pierde mucho, si se usa alguno de esos preparados congelados, de salteado de verduras (bien crudas o algo hechas ya al horno). El de Mercadona, no está mal.


En esta ocasión, vamos a añadirle marisco. Desde de mi punto de vista, es como resulta más rica la receta. Pero soporta, perfectamente, el pollo, el cerdo o la ternera, partido en trozos pequeños y quitándole los huesos.


La variedad de mariscos a añadir, depende –además de los gustos-, de si se va a tomar como primer plato o como plato único. En el segundo caso, podemos agregar algunos más. Pero no muchos y como en el caso de las verduras, que no sean de sabor muy fuerte. Recordemos, que las estrellas, son el arroz y el curry. Con unas gambas o gambones –siempre pelados previamente-, ya basta, aunque algo de calamar, le pega muy bien.


En mi caso, siempre le añado cayena molida. Antes, la esparcía por el guiso, pero como no todo el mundo soporta o le gusta, el mismo grado de picante, ahora la pongo en la mesa y que cada cual, se sirva la que quiera. ¡Ojo, con el curry no se puede hacer lo mismo!. Porque para que suelte sus esencias, hay que pasarlo por la sartén.


Vamos ya con la receta, que tenidos en cuenta los elementos anteriores, es ya, para principiantes.


En una sartén, ponemos un chorrito de aceite de oliva. Añadimos las verduras, para que se cocinen a la plancha. Para mi gusto, deben quedar al dente, aunque cada uno, que las haga como quiera. En este proceso y cuando falte poco para terminarlo, incorporamos un par de ajos picados muy finos y las gambas (si se ponen calamares, hay que agregarlos antes, porque tardan más en hacerse). Reservamos


Cocemos el arroz, durante diez minutos. No importa demasiado –a pesar de lo que diga algún fabricante (Nomen)-, la proporción agua/arroz, porque una vez cocida, se escurre con un colador. Una vez eliminada el agua, se incorpora el arroz, a la sartén de las verduras y el marisco, se añade el curry y se cocina todo a la plancha, dando constantes vueltas, durante dos o tres minutos. Se sirve de inmediato ¡y a comer!.


Se puede sustituir sin ningún problema, el arroz por pasta. Pero procurad, que sea pasta fina, tipo espaguetis o tallarines (los típicos noodles asiáticos). No importa tanto, que sea más o menos ancha, pero que resulte fina. Por lo que sea, con macarrones o pasta más gruesa, el plato queda peor (por experiencia).


Dos de los primarios secretos, que se aprenden al comer en Asia, es que guisan mucho al dente y friendo a la plancha, lo ya cocido, para deshidratar y endurecer ligeramente. En España, lo hacemos al revés: Recocemos las verduras, hasta límites insospechados y a la pasta, después de hidratarla mediante la cocción, aún le echamos más líquido, en forma de tomate.


En la cocina, no hay verdades (aunque si evidencias). Todo es a gustos y yo, me quedo con el estilo asiático.

domingo, 7 de febrero de 2010

Mi decálogo cocinero

Mi primera reflexión va encaminada, a establecer un marco general, que pueda orientar a los seguidores del blog, sobre mi forma de ver o entender las cosas, en materia gastronómica. Lo haré, en forma de decálogo:


1º.- Dicen que guiso bien, pero lo mío, es completamente autodidacta. Creo que cocinar, no requiere demasiado aprendizaje teórico y si, hacerlo con mucho cariño y tener un poco de sentido común, a la hora de mezclar los ingredientes. Igual que sostengo, que hay un don especial e innato, por ejemplo, para el ritmo en el baile, creo que también existe, para la combinación de los ingredientes. Sobre todo, de las especias (en mis armarios, hay más de 50, de todas las partes del mundo).


2º.- En la cocina, como en otras tantas cosas, los españoles, nos creemos el ombligo del mundo. Se nos llena la boca, diciendo que nuestra cocina, es la mejor del mundo y la más variada. Pero me hace gracia que muchos, de los que afirman esto, no han probado siquiera, otras cosas de fuera. ¿No se les ha ocurrido pensar, que los chinos, los rusos o los alemanes, pueden pensar lo mismo, de la suya?.


La cocina española, no está nada mal, pero desde mi punto de vista y a nivel mundial, hay muchas otras que la igualan e incluso, la superan. Alardeamos del jamón, pero tras recorrer mucho mundo y deleitarme con otros sabores, a mi, salvo el delicioso ibérico y similares, me parece un producto de sabor fortísimo (eso, cuando no está húmero, salado o demás). Y que decir del chorizo. Probablemente, si se lo das a un ciudadano tailandés, le produzca más repulsión, que a nosotros, algunos de sus calduverios callejeros.


Es significativo el hecho –del que desconozco las causas-, de que lso españoles, introdujéramos el idioma y la religión en Hispanoamérica, pero apenas, haya ni rastro de nuestra cocina (al contrario, que en la ex colnia Filipinas)


Para mi paladar y después de visitar 89 países –me quedan muchos descubrimientos gastronómicos todavía, por tanto-, las 10 mejores cocinas del mundo, son:


1.- Libanesa (y la Siria, por influencia)

2.- Vietnamita

3.- Hindú (no he estado todavía en la India, pero si la he probado a menudo, en el sudeste asiático).

4.- Mexicana

5.- Española

6.- Filipina

7.-Peruana

8.- Turca

9.- China (no me entusiasma especialmente, pero creo, que debo incluirla, por la enorme variedad y vistosidad, de los platos que presenta).

10.- Tunecina

11.- Marroquí

12.- Argentina (aunque solo sea, por las deliciosas carnes y por las maravillosas empanadas).

13.- Italiana (aunque solo sea, por el amor a la pasta)

14.- Griega

15.- Egipcia


Por supuesto y a media que vaya viajando más, esta lista es revisable. Algún día haré también, la de mis platos favoritos, aunque esto, resulta más complejo, porque siempre, me olvidaré de alguno. Pero el primero, lo tengo clarísimo: El arroz basmati frito, con mariscos y vegetales, picante y con curry (en la próxima reflexión, os pasaré mi receta personal).


3º.- A medida que he ido viajando, he cambiado mucho mi forma de comer. Me he desespañolizado y me he internacionalizado. Digamos, que impongo a mi paladar, una reeducación constante.


4º.- Nunca compro los alimentos por su marca, sino por lo que dice mi paladar. Y en aquello, en lo que mi paladar no llega a distinguir, siempre adquiero lo más barato. Por ejemplo, el aceite de oliva. Hay quien afirma, que esta marca es buenísima y esta otra no; pero estoy convencida, de que si hicieran una cata de aceites, con los ojos vendados, errarían muy a menudo.


5º.- Me encanta el vino, en general y si es bueno, mejor. Pero no entiendo nada de él. Ignorante absoluta. Nuevamente, me guío por lo que me sugiere el paladar y no por lo que dicen los expertos. Desconfío mucho, del primer mindundi, que aparece y afirma, entender de caldos.

Por cierto. Me gusta más, el champán de 1,50€ del Mercadona, que el Freixenet, de casi seis euros. Y al menos el primero, no me da dolor de cabeza.


6º.- Odio comer, en los restaurantes de España –o cualquier otra parte de Europa-, que dicen ofrecer cocinas autóctonas, de otros países. En el 90% de los casos, la experiencia me ha resultado decepcionante (por no decir negativa). Por ejemplo y salvo excepciones –La Vaca Argentina, en Madrid, hace ya algunos años-, los argentinos o mexicanos de nuestro país, son bastante más malos, que cualquier tenedor libre argentino o taquería mexicana. Sin embargo, hay un chino muy baratito, aquí en Valladolid, donde sí me gusta comer. Pero cualquier parecido de lo que sirven, con lo que comimos en China, es pura coincidencia.


7º.- Al hilo del punto anterior, concluyo que las cosas, hay que comerlas en su lugar de origen. Yo era de las que decía, que no me gustaba mucho la fruta. De hecho en España, solo como naranjas, alguna pera y fresas y cerezas, cuando las veo con muy buena pinta (de los tomates, ni hablo, aunque sean hortalizas). Pero la locura frutera se desató en mi, cuando degusté la piña de Ecuador, Tailandia, Laos y Filipinas; el mango de Colombia; las uvas de Nicaragua, Marruecos, Turquía y Túnez; las mandarinas de estos tres últimos destinos….


8º.- El mejor pan, del mundo que conozco, sin lugar a dudas, es el de Turquía.


9º.- Lo mires por donde lo mires e incomprensiblemente, el pescado siempre tiene pinta de estar más fresco, en cualquier tenderete callejero de Tailandia –a pesar de carecer de refrigeración artificial-, que en las pescaderías de España.


10º.- Vayamos desterrando mitos. La dieta mediterránea es sanísima, pero en España, cada vez se aplica menos. Solo hace falta ver, el incremento de la obesidad (lamentable y especialmente, entre la población femenina). Cuando escribo esto, en el Telediario de La Primera, hablan de un estudio, que concluye que nuestro país, es el que más se aleja, de la diete mediterránea.


Recuerdo, que cuando regresamos de nuestro viaje largo, a través del sudeste asiático, me escandalicé, al ver la voluminosidad media, de la española joven. Concluí, que ese verano, más que la dieta del bikini, se había puesto de moda, la del vacuno (¡¡ñam ñam!!). Por supuesto, que en Asia, están bastante más delgadas, que en cualquier país europeo. Pero es que hace 20 años, las españolas, eran similares de volumen a las italianas, siendo estás últimas, en general y hoy en día, bastante más esbeltas y flacas. Y hablo de mujeres, porque creo que en la juventud, este fenómeno, está más extendido que entre los hombres.


Otro de esos mitos, que hay que expulsar de la mente, es que en Estados Unidos, se come fatal. Cierto es, que se alimentan, de forma insana y poco variada. Pero las mejores pizzas, platos de pasta y hamburguesas del mundo, las he engullido allí.


Ya habrá tiempo, en los siguientes post del blog, de ir ampliando, cada uno de los puntos.